Lánzame palabras que yo las cojo al vuelo,
las haré prisioneras para más tarde soltarlas,
para más tarde regalarlas y pasarlas cual trapicheo,
adicto a tus miradas soy, a tus charlas y paseos.
Vuelco mi ser cual tinta de su tinterio,
derramo mi lado más sincero ya desde el amanecer,
al parecer todo funciona con un mecanismo secreto,
el cual puedes accionar si solo crees en él.
Un roce, un suspiro, un deseo,
respiro vida, exhalo una duda consumida, fín de la partida,
el viento busca una salida entre los surcos de tu pelo,
yo le ayudo con mis dedos mientras muero en tu saliva.
Préstame tus palabras que pronto te las devuelvo,
convertidas en cuentos a los que tú pongas un final,
no hay Santo Grial, solo un cáliz lleno de un intenso fuego,
oculto dentro de tu cuerpo, mi único milagro terrenal.
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